“Administran TVN como una fábrica de salchichas”
El terremoto de la salida de Vicente Sabatini y Pablo Ávila destapó las angustias que vive el canal de todos. A medio filo entre el éxito del mercado y la misión de hacer televisión pública, los últimos fracasos en la batalla del rating han llevado a la estación a la cola del pelotón. Pero la académica y Premio Nacional de Periodismo exculpa a los profesionales echados y apunta al modelo y al gatopardismo.
Explicados como "cambios organizacionales" en el lenguaje corporativo de la estación, la remoción de sus cargos de tres altos ejecutivos de Televisión Nacional Vicente Sabatini, director de Programación; Pablo Ávila, director de Producción de Contenidos; y de Cecilia Stoltze, gerente de Planificación son uno de los más resonantes golpes de timón que se han dado en la estación durante los casi cinco años de gestión del actual director ejecutivo, Daniel Fernández.
Sabatini y Ávila eran dos de los hombres fuertes, poderosos y temidos, con una larga carrera en la estación y que habían sido cabezas pensantes de la estrategia de TVN en un tiempo en el que la imaginería colectiva sigue situando a TVN en la cabeza de las preferencias populares, pero que en la puerca realidad de los indicadores de audiencia lo llevan a la cola: el canal comenzó el año en el cuarto lugar en el promedio de sintonía mensual, superado por competidores que hace algunos años apenas aspiraban a mirarle de cerca las espaldas.
Para reflexionar sobre esta crisis que lacera el alma de TVN, y que la tentación exitista de la sociedad del rendimiento reduce a simples números, consultamos a Faride Zerán, la periodista que entre 2000 y 2004, como parte del directorio de la estación, se transformó en un dolor de cabeza para los intentos de imponer en el canal los dictados de lo políticamente correcto.
Premio Nacional de Periodismo en 2007 y académica de la Universidad de Chile donde dirige el Instituto de la Comunicación e Imagen y dicta la cátedra de Ética y Tratamientos Periodísticos Zerán quien acaba de publicar su último libro, "Las cartas sobre la mesa", una selección de 40 entrevistas publicadas en la revista "Rocinante", que ella misma fundó y dirigió apunta su mirada a lo que considera un extravío en la misión de la televisión pública.
-¿Qué lecturas te sugieren la salida de Sabatini y Ávila? ¿Crees que efectivamente se trata de la mayor crisis que ha sufrido TVN en muchos años?
-No es un tema de nombres, sino de líneas, de políticas y de contenido de la televisión pública. Sabatini y Ávila pueden ser excelentes profesionales, pero el punto es que son parte de un sistema que administra la televisión pública como si fuera una fábrica salchichas, donde las utilidades y el rating mandan. Entonces, cuando bajan las utilidades y el rating, bajan también las acciones de algunos profesionales, en una dinámica en la que no se cuestiona el modelo de televisión pública ni se intenta innovar en nuevos formatos, en nuevos lenguajes y en otros contenidos.
-¿Cuál es tu interpretación de estos cambios?
-No quiero referirme específicamente a estos profesionales, sino al tipo de televisión que tenemos. El hecho de que cambien los equipos pero se mantengan las políticas te indica que es irrelevante quién esté, o quien reemplace a quien.
-TVN está en su peor momento de audiencias, ocupando el cuarto puesto entre los canales de televisión abierta. ¿Crees que estas mediciones deben ser consideradas válidas para el canal público?
-Si TVN cumpliera efectivamente con su rol, aún asumiendo que debe autofinanciarse, e intentara innovar en su parrilla con programas culturales, de debate, o de entretención que no tienen por qué estar divorciados del gusto popular, porque lo popular no tiene por qué ser ramplón y chabacano; si TVN abriera su pantalla a la producción de los talentos jóvenes que están agrupados en la plataforma audiovisual, si se abriera a la búsqueda de nuevos formatos, lenguajes y temas, y no reiterara una vocación más bien copiona, el estar en cuarto lugar podría ser un dato irrelevante. El problema es que cae al cuarto lugar haciendo la misma televisión que los otros, sin imaginación y sin riesgos, y dejando de lado su mandato de televisión pública. Es decir, no cumple su misión y además lo hace mal.
-¿Dónde, en qué momento, se jodió la TV publica? ¿Qué decisiones políticas llevaron a TVN a esta situación?
-La televisión pública se jodió cuando su directorio se transformó en una instancia de defensa de intereses y cuoteos políticos; cuando dejó de lado su mandato de fortalecer el espacio público con programas culturales, de debate abierto, plural, sin censuras a temas ni vetos a personas ni a ideas. Se jodió cuando se empezaron a cronometrar y a cuotear los discursos e ideas dentro de un espectro estrecho, que no daba cuenta de nuestra pluralidad, diversidad y riqueza cultural. Cuando abandonaron el riesgo por la sandía calada, es decir programas ya probados, muchos de dudosa calidad.
-¿Cuál ha sido tu participación en las discusiones sobre el nuevo proyecto de TVN?
-Como directora del Instituto de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile (ICEI), que incluye a la Escuela de Periodismo y la carrera de Cine y Televisión, fui invitada junto a Claudia Lagos, una joven académica, a la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados, para hablar tanto sobre la modificación a la Ley de Televisión Nacional, como sobre la televisión digital, tema que expuso Claudia en su calidad de coordinadora del Programa de Libertad de Expresión del ICEI.
-¿Qué corrigen en forma positiva y en qué empeoran las propuestas que se están discutiendo?
-Uno de los cambios planteados en ese proyecto era subir de 6 a 8 el número de integrantes del directorio, y en tal sentido manifesté que era interesante siempre y cuando ese directorio no fuera la expresión de un cuoteo político, sino de la diversidad y pluralismo cultural de nuestra sociedad, incorporando por ejemplo la dimensión regional, la presencia de representantes de nuestros pueblos originarios, de rectores de universidades públicas, de representantes de la industria cultural, etcétera. Ese punto, sobre lo que había aparente consenso, fue rechazado posteriormente, lo que me indica que seguimos en la política del gatopardismo, que todo cambie para que todo siga igual.
-¿Hay alguna idea que modifique efectivamente el sentido actual de la televisión pública?
-Otro cambio estaba en la misión de TVN, donde se ratificaba en el fondo lo que ya está. Allí expresé que TVN, en tanto televisión pública, debía jugar un rol más proactivo en la construcción de una cultura democrática, de una cultura cívica; que la ausencia de debates y de programas culturales indicaban lo contrario, pero seguimos igual.
-O sea, en la vieja política de hacer cambios cosméticos que no modifican la estructura de cuoteo.
-Creo que la metáfora del gatopardismo es justa, más cuando los propios directivos de TVN que fueron a la comisión defendieron que el canal se autofinanciara, y otros modelos de televisión pública como el de la BBC, por citar un ejemplo, no fueron considerados. Pienso que estamos viviendo un momento complejo en materia de clima cultural, debate de ideas, reflexión de país.
-Siguiendo con las metáforas, ¿se podría decir que tenemos una televisión coludida para ofrecer los mismos contenidos con distintas marcas de fantasía?
-Todos nos escandalizamos con la colusión de las tres grandes cadenas de farmacias, que afecta la salud y traiciona la confianza de millones de chilenas y chilenos. Pero nada decimos sobre la colusión ideológica e informativa de los grandes medios de comunicación, que mantienen las pautas noticiosas, recurren a las mismas fuentes oficiales haciendo circular los mismos discursos y dejan fuera la pluralidad y riqueza política, social y cultural de nuestro país. Quiero decir que en materia de monopolios no son sólo las farmacias las que se ponen de acuerdo. Lo que afecta ya no sólo a la salud de nuestra población, sino al alma del país.
Por Juan Sharpe
No hay comentarios:
Publicar un comentario