La llegada a Chile del canal de noticias CNN puede constituirse en un hito para la industria de la televisión, sobre todo para los telespectadores de noticiarios locales. De partida, la coyuntura actual para introducir un canal como CNN no puede ser más apropiada: los noticieros no se han renovado y han perdido rating de forma notoria.
Si bien este último no mide la calidad de los programas, a lo menos nos indica la cantidad de familias/hogares y personas que los están viendo. Detrás de las frías cifras que muestran los ratings hay miles de personas que han escogido prender o apagar su televisor. Los resultados permiten evaluar si los contenidos que se difunden logran interpelar o llamar la atención del público al cual están dirigidos. Por esta razón, dentro de la industria, cuando un espacio baja su rating promedio puede significar varias cosas: el programa está desgastado; falta innovación y creatividad; dejó de ser interesante o entretenido, etc.
Cuando esto ocurre, por lo general, los ejecutivos toman la decisión de sacar el programa o cambiar algún elemento esencial. Dado que el promedio de rating de la TV chilena ha descendido dramáticamente, de 13 a 9 puntos en los últimos cinco años, esto debiera significar, especialmente para los canales “grandes”, que las tareas no han sido bien realizadas. A lo menos, debieran preguntarse: ¿Qué podemos hacer para interpretar los gustos e intereses actuales de los telespectadores? ¿Cómo nos adaptamos a los cambios de la audiencia? Más allá de las respuestas, el hecho concreto es que los telespectadores están disconformes. Los bajos ratings así lo demuestran.
Dentro de este escenario, la llegada de CNN puede ser una bendición, aunque desgraciadamente sólo para las personas que tienen cable. A lo menos habrá mayor competencia. Y si ésta trae nuevos contenidos y formatos, y logra a su vez diferenciase del resto de los noticiarios, brindando innovación y mayor calidad periodística, entonces generará un círculo virtuoso y obligará a los otros canales a renovarse.
Si CNN aplica en Chile integralmente la línea editorial que mantiene a nivel internacional, tendremos en nuestro país un noticiario de calidad mundial. ¿Qué debería significar esto? Los accidentes, la delincuencia, el sensacionalismo dejarán de ser prioritarios. Los temas políticos, económicos y sociales pasarían al primer lugar. Habría más profundidad, análisis y contextualización de la noticia. Veremos más reportajes que entregan información útil para el diario vivir, desde el cuidado de la salud física y psíquica hasta consejos oportunos sobre las finanzas personales. También la eventual pauta de CNN debiera dedicarles mayor tiempo a las noticias internacionales, a los acontecimientos económicos, a los cambios en el mundo de la tecnología, a los nuevos aportes de la ciencia y la medicina.
Podemos suponer que habrá más espacios de debate, de entrevistas punzantes; mayor variedad de fuentes; más diversidad de opiniones contrastadas, más expertos y profesionales opinando. Sobre todo, debiéramos ver más espacios dedicados al periodismo investigativo, denuncias que provoquen polémicas e impacto público; más escrutinio y revelación de las verdades ocultas.
También este nuevo canal, CNN-Chile, debería reflejar la preocupación permanente de CNN Internacional por los temas ambientales, por las campañas de bien común y de solidaridad. A su vez, debiéramos ver programas que cubran la mayor parte de los deportes, del arte, del espectáculo y la recreación.
En definitiva, estoy seguro de que habrá un remezón en nuestra TV si realmente se concreta el objetivo de establecer una CNN en Chile con todos los atributos que la caracterizan a nivel mundial.
El desafío es gigantesco y requiere de mucha experiencia, conocimiento y talento por parte del equipo emprendedor. Esperamos que tengan éxito, pues estoy seguro de que existe un enorme porcentaje de telespectadores cultos, con sentido crítico, que busca más independencia y calidad periodística en los noticiarios. Hasta ahora, ningún canal ha representado a esta inmensa minoría. Quizás llegó el momento en que las súplicas se cumplan.
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