La absurda movida de Miami para sacarle plata al Carloncho, no solo fracasó, si no también comenzó a dejar en claro la historia verdadera de la corona
Cuando en 1987, en un momento dramático para la dictadura del Carnicero de La Moneda, la Chechi Popinloco se ciñó la dudosa corona de Miss Universo, en el extranjero circuló el consistente rumor de que el titulo había sido comprado por el odioso y criminal régimen militar para ganar un poco de popularidad, así como la dictadura militar argentina se consiguió el campeonato mundial de futbol en 1978 con ese previo y sospechoso seis a cero a la mejor selección de fútbol de toda la historia del Perú.
La convicción general, más allá de los patrioteros ciegos, fue que Augusto Pinochet compró la corona para la Popinloco. Ahora sin embargo, surgen nuevos antecedentes que apuntan a que el Miss Universo fue cambalacheado por negocios jugosos en Chilito, gestionados por el italiánico cafichón del Luchiano Marrasquino o como se llame, quien fue el de la idea de “no me den, si no mejor me ponen donde haya”.
Y todo indica, que ya en esa lejana época, el loco popin de la muchachita reina fue a dar debajo de las sábanas del italiánico y que cuando fueron sospechosamente fotografiados en comprometedora charla en Miami, no estaban precisamente recordando viejos tiempos, si no que simplemente estaba montando una suerte de chantaje contra el Carloncho Menem, que una vez más se dio vuelta la chaqueta y dejó de pensar en la gobernación de La Rioja y ahora quiere jugársela en la grande del octubre argentino.
Sin embargo, frente a las peticiones de dolarucos de la Chechi, hubo oídos sordos. Lo amenazaron con ponerlo en ridículo y los bolsillos del riojano siguieron cerrados a piedra, lodo, concreto y cocodrilos. Lo hicieron finalmente y la respuesta de Carloncho, fue: Divorcio o muerte, venceremos.
Y ahora la Chechi clama que fue manipulada como si alguien la obligó a empelotarse y de ser descuartizada sin haber ido de paseo a Puente Alto. ¡Absurdo!
La teoría toma color y consistencia si se considera que el popin de la citada chiquilla, siempre ha sido demente y poco fijado. Se habla de un primer fracaso sentimental con un hombre mujeriego y mayor que ella: Claudio Rocafort. La Chechi, apaleada sentimentalmente, se refugió en los brazos de Alejandro Lahsen, con quien celebró su triunfo como Miss Universo.
No le duró mucho el amol, y en marzo de 1990 se casó con el productor Michael Young, en una ceremonia que más bien pareció una boda real: hasta se pintaron las fachadas de las casas por donde pasaría la novia. Pero nuevamente las cosas no anduvieron bien para la cuitada, porque el marido miraba para el otro lado y prefería a los muchachos.
Por ahí alguien le sopló que mejor se convertía en primera dama. Primero le echó el ojo al chino peruano, el japones Alberto Fujimori, quien aprovechó la oportunidad que le ponían por delante, pero nada más. Eran años en que andaba entrevistando presidentes para la televisión.
Finalmente después de otro fracaso en Colombia, enganchó al Carloncho, que quería ser el macho argentino por excelencia, que agarraba puros pellejitos finos. En tanto, para no perder impulso, hasta intentó agarrase al tal por cual del Quiquin Morandé, que le pagó como lo que es, un hijo de su mamá y de su papá.
De ahí en adelante siguió picando por aquí y por allá alegremente, hasta que el episodio de Miami dejó la tendalada. Incluso comenzó a perfilarse el papel que jugó el italiánico de 53 años, un pequeño y supuestamente próspero empresario conocido en el mundo textil local.
Marrasquino tiene un tema en común con la Chechi, más allá del cacheteo, ambos están en deuda con Augusto Pinochet Ugarte. Y claro, Pinochet no sólo ayudó a sacar de la cárcel al padre de la chuiquilina mucho antes de cumplirse una condena por oscuros negocios, sino que además estuvo indirectamente emparentado con el italiano y fue de gran ayuda en la génesis de casi todos sus millonarios negocios internacionales actuando como palo blanco porque los capitales fueron ajenos.
Así lo dice el chismoso Gonzalo Townsend, sobrino del Carnicero. La relación familiar nació cuando otro de los sobrinos del fallecido general, se casó en 1985 en Italia con Liza, la hermana del Marrasquino o algo así.
Según comentó Townsend, cuando Luciano se enteró de la relación entre su nuevo cuñado y el dictador, inmediatamente comenzó las gestiones para conocerlo y estrechar lazos. En esa época, gran parte del poder económico italiano admiraba muchísimo a Pinochet, y el italiánico sabía que este casual parentesco le sería de gran conveniencia. “Él usufructuó de la relevancia política y económica de mi tío”, dice Townsend.
Adulador como nadie, el italiano dedicó a tratar de ganarse la simpatía del general. Al principio, Pinochet se entretuvo mucho con las historias del italiano y le tomó una gran simpatía, a tal punto que le envió permanentemente fotos suyas autografiadas para ser entregadas a empresarios italianos del ámbito portuario y textil.
Y cada una de sus dedicatorias personalizadas le dio a Marrasquino la posibilidad de iniciar un microimperio económico que le permitió incluso comenzar exportaciones de vestuario desde Europa hacia Sudamérica.
Además, fueron los Pinochet quienes le presentaron a los accionistas de la multitienda que hasta hoy compra sus productos, para que así comenzara su inserción comercial en Chile. Townsend recuerda: “Mi mamá [María Inés Pinochet] presentó a Luciano como un miembro de la familia, lo que le abrió muchísimas puertas”. A cambio, este consiguió el titulacho de la miss.
Incluso, para alentar los negocios, el italiánico le pidió a la familia Pinochet que le consiguieran el cargo de cónsul honorario de Chile en Italia, solicitud que fue rechazada por el equipo diplomático del dictador.
ClariNet
La convicción general, más allá de los patrioteros ciegos, fue que Augusto Pinochet compró la corona para la Popinloco. Ahora sin embargo, surgen nuevos antecedentes que apuntan a que el Miss Universo fue cambalacheado por negocios jugosos en Chilito, gestionados por el italiánico cafichón del Luchiano Marrasquino o como se llame, quien fue el de la idea de “no me den, si no mejor me ponen donde haya”.
Y todo indica, que ya en esa lejana época, el loco popin de la muchachita reina fue a dar debajo de las sábanas del italiánico y que cuando fueron sospechosamente fotografiados en comprometedora charla en Miami, no estaban precisamente recordando viejos tiempos, si no que simplemente estaba montando una suerte de chantaje contra el Carloncho Menem, que una vez más se dio vuelta la chaqueta y dejó de pensar en la gobernación de La Rioja y ahora quiere jugársela en la grande del octubre argentino.
Sin embargo, frente a las peticiones de dolarucos de la Chechi, hubo oídos sordos. Lo amenazaron con ponerlo en ridículo y los bolsillos del riojano siguieron cerrados a piedra, lodo, concreto y cocodrilos. Lo hicieron finalmente y la respuesta de Carloncho, fue: Divorcio o muerte, venceremos.
Y ahora la Chechi clama que fue manipulada como si alguien la obligó a empelotarse y de ser descuartizada sin haber ido de paseo a Puente Alto. ¡Absurdo!
La teoría toma color y consistencia si se considera que el popin de la citada chiquilla, siempre ha sido demente y poco fijado. Se habla de un primer fracaso sentimental con un hombre mujeriego y mayor que ella: Claudio Rocafort. La Chechi, apaleada sentimentalmente, se refugió en los brazos de Alejandro Lahsen, con quien celebró su triunfo como Miss Universo.
No le duró mucho el amol, y en marzo de 1990 se casó con el productor Michael Young, en una ceremonia que más bien pareció una boda real: hasta se pintaron las fachadas de las casas por donde pasaría la novia. Pero nuevamente las cosas no anduvieron bien para la cuitada, porque el marido miraba para el otro lado y prefería a los muchachos.
Por ahí alguien le sopló que mejor se convertía en primera dama. Primero le echó el ojo al chino peruano, el japones Alberto Fujimori, quien aprovechó la oportunidad que le ponían por delante, pero nada más. Eran años en que andaba entrevistando presidentes para la televisión.
Finalmente después de otro fracaso en Colombia, enganchó al Carloncho, que quería ser el macho argentino por excelencia, que agarraba puros pellejitos finos. En tanto, para no perder impulso, hasta intentó agarrase al tal por cual del Quiquin Morandé, que le pagó como lo que es, un hijo de su mamá y de su papá.
De ahí en adelante siguió picando por aquí y por allá alegremente, hasta que el episodio de Miami dejó la tendalada. Incluso comenzó a perfilarse el papel que jugó el italiánico de 53 años, un pequeño y supuestamente próspero empresario conocido en el mundo textil local.
Marrasquino tiene un tema en común con la Chechi, más allá del cacheteo, ambos están en deuda con Augusto Pinochet Ugarte. Y claro, Pinochet no sólo ayudó a sacar de la cárcel al padre de la chuiquilina mucho antes de cumplirse una condena por oscuros negocios, sino que además estuvo indirectamente emparentado con el italiano y fue de gran ayuda en la génesis de casi todos sus millonarios negocios internacionales actuando como palo blanco porque los capitales fueron ajenos.
Así lo dice el chismoso Gonzalo Townsend, sobrino del Carnicero. La relación familiar nació cuando otro de los sobrinos del fallecido general, se casó en 1985 en Italia con Liza, la hermana del Marrasquino o algo así.
Según comentó Townsend, cuando Luciano se enteró de la relación entre su nuevo cuñado y el dictador, inmediatamente comenzó las gestiones para conocerlo y estrechar lazos. En esa época, gran parte del poder económico italiano admiraba muchísimo a Pinochet, y el italiánico sabía que este casual parentesco le sería de gran conveniencia. “Él usufructuó de la relevancia política y económica de mi tío”, dice Townsend.
Adulador como nadie, el italiano dedicó a tratar de ganarse la simpatía del general. Al principio, Pinochet se entretuvo mucho con las historias del italiano y le tomó una gran simpatía, a tal punto que le envió permanentemente fotos suyas autografiadas para ser entregadas a empresarios italianos del ámbito portuario y textil.
Y cada una de sus dedicatorias personalizadas le dio a Marrasquino la posibilidad de iniciar un microimperio económico que le permitió incluso comenzar exportaciones de vestuario desde Europa hacia Sudamérica.
Además, fueron los Pinochet quienes le presentaron a los accionistas de la multitienda que hasta hoy compra sus productos, para que así comenzara su inserción comercial en Chile. Townsend recuerda: “Mi mamá [María Inés Pinochet] presentó a Luciano como un miembro de la familia, lo que le abrió muchísimas puertas”. A cambio, este consiguió el titulacho de la miss.
Incluso, para alentar los negocios, el italiánico le pidió a la familia Pinochet que le consiguieran el cargo de cónsul honorario de Chile en Italia, solicitud que fue rechazada por el equipo diplomático del dictador.
ClariNet
No hay comentarios:
Publicar un comentario