27 may 2007

Cecilia, todo podría ser peor



La acción de un paparazzo en la terraza de su casa en Miami sacudió no sólo a la ex Miss Universo, sino que destapó la intriga de poder, farándula y sexo hilvanada en una relación que en Chile y Argentina mantiene al morbo en su nivel más alto. Cuando creíamos que ya habíamos visto, leído y oído todo, todavía seguimos locos por Bolocco.
Por Laura Landaeta
Cecilia Bolocco, nuestra “queen”, la protagonista de la mejor teleserie que chileno alguno haya presenciado jamás, no la está pasando bien por estos días. Acostumbrada a vivir el vértigo de la sobreexposición, esta vez se siente descolocada.
Y aunque su vida es un culebrón rosa por el que han desfilado villanos, buenos amigos, oportunistas, galanes y antigalanes intercalados con escándalos mediáticos, hoy se siente “cortada en pedacitos y vendida al mejor postor”.
Las recientes fotos del escándalo desatado por el paparazzo Ángel Mora, ésas que dejaron al descubierto su rebelión contra Carlos Menem, no son más que una prueba fehaciente de su más profunda esencia, una que se oculta tras kilos de maquillaje, costosos perfumes y ropa de marcas que muy pocos saben pronunciar bien. En su vida, y más allá de cualquier análisis documentado, nuestra “reina” aparece luchado insistentemente por alcanzar dos grandes objetivos: amor y poder.
En 1987, cuando fue coronada como la mujer más bella del universo, para orgullo de millones de compatriotas que colmaron las calles casi como si se tratara de un triunfo mundialista de nuestra alicaída selección, tenía 22 años y una mirada seductora que con el paso del tiempo se ha ido transformando en un gesto frío y calculador.
Cuando aún gobernaba Pinochet, no sólo disfrutaba del éxito y la fama, sino que cargaba ya con el dolor de un fracaso sentimental con un hombre mujeriego y mayor que ella: Claudio Rocafort. Bolocco salió de esa relación traumática refugiándose en los brazos de Alejandro Lahsen, con quien celebró su triunfo como Miss Universo. Pero sus aspiraciones y su gran ambición la llevaron a otras tierras. Y fue así como conoció a su primer marido. En marzo de 1990 se casó con el productor Michael Young, en una ceremonia que más bien pareció una boda real: hasta se pintaron las fachadas de las casas por donde pasaría la novia.
Pero nuevamente las cosas no anduvieron bien para nuestra “reina”. Al poco andar se divorció en medio de fuertes rumores de homosexualidad e infidelidad del marido, las que, por cierto, ella jamás desmintió.
De ahí en adelante, la diva, para evitar desperfilarse, se preocupó especialmente de no exponer sus affaires. Sólo fue descubierta a fines de los ’90, cuando se involucró sentimentalmente con su compañero de trabajo Kike Morandé. Un romance cargado de escándalo y polémica. La elite conservadora, la prensa del corazón y gran parte del país la apuntaron con el dedo, señalándola como la “separadora de familia”, un significativo traspié para su imagen de mujer sufriente y luchadora.
“EL OBJETIVO DE CECILIA”
Su siguiente romance mediático, el más bullado de todos, pareciera esta vez haber sido planeado con total frialdad. En 1999, cuando preparaba su estelar “La noche de Cecilia”, trabajó duramente para entrevistar presidentes. Fue así como llegó a Anillaco, donde se encontró con Carlos Menem.
En mayo de 2001 y luego de muchísimas críticas, burlas y cuestionamientos, nuestra “reina” se casó con un Menem 34 años mayor que ella y con una carrera política agónica que gracias a este enlace –pensaron algunos– cobraría cierta vitalidad. La luna de miel se dio en medio del arresto domiciliario del ex Presidente argentino por una querella en su contra por presunto contrabando de armas a Croacia y Ecuador. Para ella, lo peor no fue el encierro ni la incertidumbre, sino más bien todo lo que significaba su vida con Menem. Soledad, nula privacidad, agobio mediático y críticas permanentes.
Su “Dulcito”, como le decía, vivía custodiado cada segundo del día. Incluso en su dormitorio estaba obligada a compartir espacio con guardaespaldas y asesores de dudosa reputación.
Sus detractores interpretaron el nacimiento de Máximo, fruto de una inseminación asistida en la Clínica Las Condes, como la muestra concluyente del profundo interés de Bolocco por conseguir parte de la fortuna de Menem.
En el 2003, pese a la corta edad de su hijo, el ex Presidente optó por dejar a Bolocco y volver a su país. Esta vez, ella no lo acompañó.
Se comenzó a hablar de separación cuando la animadora comentó en TV que ella no era una prioridad para Menem. Es así como Cecilia luchó por recuperar su sitial mediático con fallidos intentos de figuración, que no pasaron más allá de ser pueriles coqueteos televisivos con Miguel Bosé, Jaime Bayly y Felipe Camiroaga.
MENEM, CENTRO DE BURLAS
Y también fue así fue como el culebrón de nuestra “queen” alcanzó su clímax cuando el 17 de mayo apareció en la portada de la revista “SQP” en topless con otro hombre, un italiano llamado Luciano Marocchino.
De regreso en Chile aseguró que se trataba sólo de un “amigo” y pidió públicamente disculpas a su marido por el supuesto daño político que podría estarle causando. Pero a los pocos días fue el propio Menem quien se encargó de aclarar que hace dos años se habían separado. Cuando el público ya no podía más volvieron a aparecer nuevas fotos del mismo paparazzo, esta vez en la revista “TVnotas” de Miami. Pero ahora fueron explícitas y no hubo modo de ocultar el romance: semidesnudos, se la ve besando en la boca y abrazando apasionadamente a su “amigo” italiano.
Cecilia, cabizbaja, prefiere callar. “Me están descuartizando”, refunfuña. Menem se transforma en el centro de burlas de todo un país y ella, de un día a otro, pasa a convertirse en ídolo de los argentinos, como la única persona que ha logrado engañar al ex Mandatario dándole a probar un poco de su propia medicina.
Pero, curiosamente, el hombre tras la primera publicación de las fotos comprometedoras en “SQP” no es otro que Rodrigo Danús, su ex mánager, socio y amigo. El mismo que años atrás la alentó a formalizar su relación con Carlos Menem. El mismo que la acompañó a la boda en La Rioja.
La relación entre Bolocco y Danús fue parte de un fructífero negocio de varios años, donde el empresario ganó mucho más que ella. A Danús no le bastaba tener dinero y ser exitoso en el mundo de las finanzas. Aparentemente, él quería poder y fama. Y de la mano de Bolocco consiguió ambos y muy rápidamente.
En un comienzo armaron juntos varios proyectos televisivos. Pero, finalmente, Cecilia salió de la sociedad y Danús avanzó solo, empleando su manejo comercial y construyendo, con los años, un pequeño imperio en torno al mundo de la farándula que conoció con Cecilia.
LA PUÑALADA DE SQP
Para la diva, las fotos publicadas por la revista de “SQP” aparecen hoy como la peor puñalada que un hombre jamás le haya dado. Algo que algunos interpretan como una vendetta similar a la de un amante despechado.
Hoy, Cecilia busca refugio en el anonimato. Su situación en Canal 13 no es de las mejores, aunque tampoco pareciera ser del todo fatal. La animadora tendrá que esperar un poco más de lo que previsto para concretar su programa propio.
Por estos días, Bolocco ha recibido claras y públicas muestras de apoyo de personajes tan disímiles como Felipe Camiroaga, que desde su tribuna matinal en TVN la ha defendido a brazo partido, y Soledad Alvear, quien el jueves pasado le envió a su departamento un presente simbólico como muestra de su apoyo.
Mientras la prensa rosa insiste en poner énfasis en los detalles sentimentales y laborales, las preguntas de fondo, las más trascendentes dudas de todo este circo mediático, aún no han sido develadas: ¿cuántas revelaciones, cuántos pleitos bajo cuerda, cuántas amenazas, cuántos tira y afloja saldrán a la luz en los próximos días? ¿Por qué Menem ha sido tan cauto y respetuoso para hablar de Cecilia, pese a su profunda y manifiesta molestia? ¿Por qué Cecilia se lanzó a la vida con tanta confianza y sin temer las consecuencias de sus actos? ¿Será que nuestra diva guarda ciertos secretos del ex Presidente que le sirven de protección ante cualquier amenaza de represalia judicial? ¿Por qué Zulemita, la peor enemiga de Bolocco, esta vez optó por defenderla públicamente? ¿Por qué Carlos Menem se come en silencio las burlas de todo un país?
To be continued. LND
Marocchino y Pinochet, la historia no contada
Indudablemente, a Cecilia Bolocco le gusta el poder. Y es justamente esa pasión la que se convitió en el gran nexo entre ella y su nueva conquista, el empresario italiano Luciano Marocchino, de 53 años, un pequeño y próspero empresario conocido en el mundo textil chileno por su relación comercial con una casa comercial de alcance multinacional.
Marocchino no sólo ha cosechado una fama de playboy que hasta Carlos Menem envidiaría, sino que además tiene otro tema en común con nuestra reina, uno que ambos prefieren hoy no mencionar: Augusto Pinochet Ugarte, el dictador. Y claro, Pinochet no sólo ayudó a sacar de la cárcel al padre de nuestra reina mucho antes de cumplirse su condena, sino que además estuvo indirectamente emparentado con el italiano y fue de gran ayuda en la génesis de casi todos sus millonarios negocios internacionales.
Así al menos contó por teléfono Gonzalo Townsend, sobrino de Pinochet. Una relación familiar que nació cuando otro de los sobrinos del fallecido general se casó en 1985 en Italia con Liza, la hermana de Marocchino.
Según comentó Townsend, cuando Luciano se enteró de la relación entre su nuevo cuñado y el dictador, inmediatamente comenzó las gestiones para conocerlo y estrechar lazos. En esa época, gran parte del poder económico italiano admiraba muchísimo a Pinochet, y Marocchino sabía que este casual parentesco le sería de gran conveniencia.
“Él usufructuó de la relevancia política y económica de mi tío”, dice Townsend –quien fue asesor comunicacional de Pinochet en la década de los ’80– desde Puerto Montt. Es más: incluso recuerda cuando Marocchino conoció por primera vez a su tío a mediados de los ’80, en la ciudad de La Serena, en una fiesta familiar.
Adulador como nadie, el italiano dedicó la jornada a tratar de ganarse la simpatía del general. Al principio, Pinochet se entretuvo mucho con las historias del italiano y le tomó una gran simpatía, a tal punto que le envió permanentemente fotos suyas autografiadas para ser entregadas a empresarios italianos del ámbito portuario y textil.
Y cada una de sus dedicatorias personalizadas le dio a Marocchino la posibilidad de iniciar un microimperio económico que le permitió incluso comenzar exportaciones de vestuario desde Europa hacia Sudamérica.
Además, fueron los Pinochet quienes le presentaron a los accionistas de la multitienda que hasta hoy compra sus productos, para que así comenzara su inserción comercial en Chile. Townsend recuerda: “Mi mamá [María Inés Pinochet] presentó a Luciano como un miembro de la familia, lo que le abrió muchísimas puertas”.
Hasta ahí, todo marchaba muy bien. Sin embargo, la ambición de Marocchino fue tal que un día no encontró nada mejor que pedirle a la familia Pinochet que le concedieran el cargo de cónsul honorario de Chile en Italia, solicitud que fue rechazada por el equipo del dictador.
Y pese a que después de ese acto hiperventilado y desubicado, el italiano nunca más obtuvo beneficio alguno de este casual parentesco, la suerte y la astucia le permitieron gozar de los suficientes beneficios como para iniciar un negocio rentable que hoy lo tiene en un cómodo y reconocido sitial en el mundo de la moda y los concursos de belleza.
El diálogo de Gutiérrez con Danús en California
El periodista de la farándula Víctor Gutiérrez se encontró esta semana con Rodrigo Danús en la Conferencia Latinoamericana de Energía, en Los Ángeles, organizada por el Instituto de Las Américas. Fue en el Hotel Hilton, en la exclusiva ciudad de La Jolla, California. Mientras el empresario bebía una copa de champagne Don Perignon y fumaba un puro Davidoff, junto a ministros de Energía latinoamericanos, vio al periodista y le comentó: “Me imagino que te interesa el tema de la energía”.
“Le di la noticia de que se acababa de publicar la segunda secuencia de las fotografías más comprometedoras de Cecilia”, cuenta Gutiérrez. “Danús me respondió sin mirarme y un poco molesto: ‘Éste no es el lugar ni el momento’”, dijo.
Según Gutiérrez, Rodrigo Danús conoce mejor que nadie a Cecilia. Fueron socios y amigos, aunque él piensa que fueron “algo más”. Aunque Danús le aclaró que jamás pasó algo entre ellos, cuenta Gutiérrez.
“Le digo a Rodrigo que no veo diferencia entre la geisha Anita Alvarado y Cecilia Bolocco”, prosigue el periodista. “En ese momento casi se le cayó el puro de su boca. Mi analogía no le pareció. Le dije que ambas tienen mucho más en común de lo que pensamos: se casaron ‘enamoradas’ de hombres mayores, de extranjeros, millonarios, acusados de enriquecimiento ilícito. Las dos visitaron a sus cónyuges en la cárcel y cobran millones por entrevistas para hablar de sus intimidades. Claro, que una es más viva que la otra”.
En el poco tiempo que estuvo con Danús, éste le aclaró que él no estaba enterado de lo que venía en la revista “SQP”, ni lo que saldría en sus programas de TV. “Estaría loco si fuera así. Mi negocio es éste: la energía. Por eso, cuando Cecilia me llamó para hablar de las fotografías, la derivé a la editora. Yo desconozco los detalles de lo que sucede”, le habría contestado Danús.
“Mientras conversamos frente a una de las mejores canchas de golf del mundo, con una vista al mar impresionante, pienso en las muchas esposas e hijos que Cecilia se metió al bolsillo para divertirse con sus maridos. Deben estar felices ahora. Sufrieron por las calenturas de sus cónyuges y de la dama de Chile. Pero a ella no le importa, tal como me lo dijo una de sus asistentes personales: ‘Cecilia me decía que tenía a toda la prensa chilena a sus pies’. La prensa ha cambiado y no hace relaciones públicas, temor de los famosos y ahora de algunos políticos. Las mentiras no perduran”, concluye Víctor

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