21 oct 2007

Fernando Villegas SE CONFIESA

Al salir de su casa supe que más que una entrevista había sido un incidente. Desde el principio, Fernando Villegas tenía una expresión tensa, agresiva: "En La Nación me odian", fue lo primero que dijo. "¡Especialmente las mujeres!".

"¿Qué diríai tú si yo sacara esta huevá que está acá adentro?".
Al sociólogo de "Tolerancia cero" se le perdonan los exabruptos porque son exagerados, casi literarios. Hablar con él es como hablar con un taxista que ha dado demasiadas vueltas por Santiago y ha gastado demasiada gasolina y escuchado demasiada radio, una radio de derecha, y tiene ganas de opinar de todo y contra todos.

-Pamela Jiles escribió en La Nación un artículo contra ti.
-Debe ser alguna estupidez, probablemente... La Pamela Jiles es una mujer muy resentida, nunca logró cumplir su papel de Pasionaria y destila mala leche. Es una idiota esa mujer. Yo no ando pelando a la gente, como la Jiles y otras personas que se tiran al cogote. Yo puedo caer pesado por lo que digo sobre movimientos, ideas, partidos, cuestiones, pero nómbrame a una persona a la que haya vejado así, directamente. ¡Ninguna!
-Tú hiciste unas declaraciones bastante graves contra los homosexuales...
-No, ése es un grave error tuyo. No fueron declaraciones, en primer lugar.
-Yo las leí. Están en Internet.
-Fue un periodista a mi casa a preguntarme qué opinaba sobre el tema de la homosexualidad, no de los homosexuales. Tuve determinadas opiniones sobre eso. No contra los homosexuales. Es como si dijeras que porque uno considera que el cáncer es malo, uno está contra los cancerosos, una estupidez. Pero no espero mucho de los periodistas chilenos en general, son bastante estrechos de mente y estúpidos. Bastante más inteligentes fueron los dirigentes de los homosexuales, que conversaron conmigo. Yo había llegado a un acuerdo con ellos, a un entendimiento, y seguían los periodistas bombardeando. Hasta hoy les parece que viene a cuento sacar a relucir el episodio, como que yo era un, cómo lo llaman, cavernícola...
-Homofóbico.
-Sí, y todas esas estupideces.
-¿El movimiento homosexual hizo una "funa" en tu casa?
-Duró dos minutos. Conversé con los dirigentes y se acabó.
"VAN A NINGUNEAR EL LIBRO"
-"El Chile que no queremos", a diferencia de tus otros libros, ha tenido un gran éxito, ¿por qué?
-Los libros tienen éxito o no por tantos factores. Hasta puede ser que sea bueno el libro, en una de ésas. Hay mucho de moda, de cómo te reciben los críticos, que son simplemente unos individuos...
-¿Qué expectativas tienes con esta novela?
-... Los críticos van a hacer lo que han hecho con todos mis libros anteriores: van a hacer como que no existe. Lo van a ningunear. Y me imagino que se va a vender. El libro es bastante brutal y antidiscurso políticamente correcto.
-Porque tu personaje es un latino racista.
-Exacto.
-Y muy violento.
-Muy violento. Naturalmente van a decir que yo soy el personaje. Pero están cagaos porque yo no mido 1,60 como mi personaje, ni soy negrito, pero van a buscar la manera de joder. Mientras más me muerdan y me ladren los huevones... Tú vas a buscar las partes peores, por supuesto. Porque trabajas en La Nación. Yo parto de esa base. Y eres periodista y eres mujer. Hace poco atendí a un grupo de señoras histéricas. Ahora les dio con que yo era, ¿cómo es?
-Misógino.
-Misógino. Porque debatí sobre la ley de femicidio y me pareció una tontera que inventaran esa figura verbal para resolver el tema. Inmediatamente se subieron al carro un montón de yeguas a decirme misógino. Y tú, supongo, estás dispuesta a hacer todo lo posible pa cagarme.
-No necesito hacerlo.
-Vas a escoger los "morceaux choisies" [fragmentos escogidos]. ¿Y qué dirías si yo sacara esta huevá que esta acá adentro?
-Lo consideraría un acto de violencia.
-Jajajá. Un acto de violencia, pero por favor. Yo podría decirte que permito o no permito grabar según lo que se me dé la gana a mí, porque estás en mi casa. Podría decirte que no te voy a dar la entrevista ahora, porque me parece que no tienes ninguna gana de escribir algo objetivo, y que por lo tanto te voy a sacar la cinta.
-Si quieres, hazlo.
-No, no lo voy a hacer, fíjate.
-¿Te parece que la fama es algo importante?
-No. Es una molestia. Significa que un montón de personas se hace una imagen de ti por dos segundos y hacen un cuadro, normalmente un cuadro negativo, y usan cualquier medio que tengan a mano pa joderte. La gente, cuando los tocan en alguna idea o principio que ellos defienden, se sienten personalmente atacados. No hay una distinción, en la cultura latina, entre lo personal y lo que uno piensa. La cultura latina es una cultura resentida porque nació del fracaso y la derrota. Es una cultura nacida de la explotación donde hay una mala leche perpetua hirviendo a fuego lento, los de arriba aplastando a los de abajo, los de abajo resentidos, nadie avanza, no se progresa, no hay solidaridad, no hay colaboración.
INDIOS TIRANDO SUS FLECHITAS
-¿Disfrutas de "Tolerancia cero", de estar ahí?
-Sí, a veces, pero esas polémicas son muy cabronas, por el tiempo, porque te están haciendo gestos, que se acabó, y te cortan de un viaje. Y en cuanto a los otros, mira, llevo años en esta cuestión, me han disparado mierda desde todos lados, y no pasa nada. Es como cuando los indígenas suspiraban porque les tiraban flechas a un acorazado... me siento así, estoy en la borda con una pipa en la mano viendo a los indios tirando sus flechitas.
-Un acorazado contra los indígenas.
-Un acorazado, porque no me pueden hacer daño. Ni siquiera los dueños de los medios: lo peor que me pueden hacer es echarme. Yo he perdido muchas pegas y sé que uno no se muere. Qué más pueden hacer. Nada. Fastidiar.
-Porque en el fondo eres un tipo simpático, ¿no?
Yo soy encantador, Mili, con las personas que no vienen en una actitud guerrera, encantador.
LUCÍA PINOCHET: “UNA MUJER BUENA”
“No opino nada de ellos. Son personas que no conozco mucho. Su relación con esas platas lo dirá la justicia. Me imagino que como mínimo se beneficiaron de los latrocinios del papá. Y en caso peor, cooperaron en el latrocinio. No sé detalles, debe ser diferente caso a caso. No me imagino a esta señora Lucía Pinochet participando activamente en una intriga porque es una mujer bastante ingenua. Me la imagino quizás beneficiándose, no sé, no estoy investigando el caso. Veo que en general todos los políticos suelen salir más ricos de lo que entraron, los casos contrarios son contados con los dedos de la mano, hay un poquito de hipocresía en toda esta gritadera. Dame nombres de políticos que no estén viviendo mucho mejor que como entraron. Uno dice: pero bueno, de dónde compraron estas casas, estas mansiones, de dónde salieron todos estos negocios.
–¿Qué impresión te dio ella en el programa?
–Una mujer bastante corriente, no tiene ningún rasgo que me la distinga mucho, salvo que es hija de Pinochet. Fuera de eso, pasaría colá en una calle. Una mujer buena, digamos, en el sentido que no ha matado a nadie, no ha hecho ningún daño especial. Una mujer buena persona, me imagino. Pero las buenas personas también, si tienen la oportunidad, se aprovechan.
“NO ME MEZCLO CON PERIODISTAS”
“Los periodistas, más que cerebro, tienen un catálogo de clichés que utilizan según las circunstancias”, afirma Villegas.
–Pero tú trabajas con periodistas.
–Yo no trabajo con nadie aquí. Estoy en mi casa y no me mezclo con nadie. Así es que no me mezclo con periodistas.
–Trabajas con Alejandro Guillier.
–Alejandro Guillier es una persona inteligente, estudió otras carreras. El periodismo para mí es un chiste, es un oficio menor, como ser zapatero remendón. A los periodistas los he encontrado, a casi todos ellos, una manga de mala leche, resentidos, envidiosos, y deseosos de colgarse de la vena de alguien, al cogote. Es una profesión resentida: son mal pagados, poco reconocidos, mirados en menos, basureados en sus propios medios, entonces andan echando chispas todo el día, lo comprendo. (...)
“NO SOY MACHISTA”
“No, tengo tres hijas. ¿Cómo podría ser machista? No ando recitando el discurso políticamente correcto de las señoras feministas, ni poniendo los ojos en blanco para ganarme la buena voluntad, que es lo que hacen acá: todos se suman a la primera cosa progresista que aparece para no convertirse en blanco. Uno no es machista porque encuentre absurdo ver la violencia intrafamiliar como una cuestión relacionada con cambiarle el nombre a una figura legal y argumentar femicidio. Es una operación mediática, nada más. Pero el motor de la actividad sicológica en Chile es el resentimiento, y si tú no te sumas a la chusma deseosa de linchar a alguien, si no te sumerges en esa masa repitiendo los mismos eslóganes, si te quedas callado, te conviertes en blanco legítimo de la turba linchadora...”.

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